My first friend in London

Dicen que las ciudades grandes son hostiles.

Dicen también que Londres es lluviosa, gris, fría y dura.

Dicen que la gente que las habita va acelerada y no piensa en nada más que en si mismos.

Dicen.

El Londres al que yo he llegado es diferente. Es soleado, amable, eficaz. No niego todo lo anterior. Me imagino que habrá días duros y grises cuando llueva, cuando no tenga nada que hacer, cuando no tenga ganas de tomar un metro para ir a pasear, o cuando me dé cuenta de que me separan mil kilómetros de los míos. Sé que vendrán, pero de momento (y la compañía también hace mucho, que ya anda por aquí mi primera visita) no quiero ni pensar en ellos. Así que voy a aprovechar este post (y este espíritu positivo) para contar mis primeras y soprendentes horas en esta ciudad.

Aterricé el martes por la tarde y a la mañana siguiente me fui a la Universidad. Quería comprobar el tiempo que me costaba llegar en metro, cómo eran los edificios y tramitar los papeles para iniciar oficialmente mi estancia investigadora. Así que salí de mi residencia y paré en uno de los take-away que pueblan la ciudad (¿cómo puede haber tantos? ¿Cómo pueden comer a todas horas? ¡Es agotador!)  para desayunar un capuccino.

Y tras pedir mi café el camarero sólo dijo: Where are you from?

Ya le conté que venía de España, que sentía que mi acento fuera tan evidente y que me perdonara pero acababa de llegar y todavía pensaba en mi lengua materna. El tipo, encantador, me contestó que no me preocupara del acento, que estaba bien, que ya mejoraría (¡siempre tan polite!). Estuvimos charlando un poquito sobre mi estancia en el país y cuando supo que sí, que llegaba sola y para trabajar, me dijo: Entonces, ¿no tienes amigos aquí? Le contesté que no, que alguno aspiraba a tener pero que todavía no conocía a nadie.

Y cuando me disponía a pagar el café y salir al metro, me dijo: al capuccino invito yo, tú primer amigo londinense. Bienvenida a la ciudad, Cristina.

(Debo confesar también que el tipo me dijo su nombre y soy incapaz de recordarlo. Y que cuando estaba saliendo de la tienda, me volvió a llamar y me regaló también un exquisito croissant de almendras.)

El resto de la mañana, que había arrancado así de bien, también fue sobre ruedas. Conseguí tramitar los papeles en la Universidad a la primera y hacerme con un Reading Pass de la British Library, que es tan bonita que estuve dos horas paseándome por ella. Allí, a la entrada, encontré este cartel.

Creo que es un buen punto de partida para estas trece semanas en Londres, ¿verdad?

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5 respuestas a My first friend in London

  1. viajeroaitaca dijo:

    Vaya recibimiento. Una historia preciosa.

  2. Guillermo P. dijo:

    La próxima vez que vaya a Londrés iré contigo. A mi me metían unos sablazos en los take-away que cundía el misterio, jajaja. Ahora ya en serio, me alegro de que estés disfrutando de una las ciudades más impresionantes del planeta. Te iré leyendo atentamente. Besos.

  3. Mcallan dijo:

    Eso si que es un recibimiento !
    Y luego dicen de los hijos de la Gran …
    Hey Cris a contar-charrar cosicas eh !

  4. Cristinapg dijo:

    Raúl, me alegro de que te guste la historia.

    Pemán… los sablazos siguen a la orden del día. Es todo tan caro que da miedo, pero también te digo que no hay otra cosa. A ver si me centro y empiezo a prepararme tuppers, porque si no volveré directa a la puerta del Pilar a pedir 😉

    Mcallan, seguiré contando cosas, palabrita. Me alegra leerte por aquí.

    Besos a los tres y muchas gracias por comentar!

  5. Esther dijo:

    Cris !! Me encanta que tu primer día fuera así. Espero que el resto sean iguales… Un beso y un placer leerte !

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