Quienes me seguís en Twitter o en Facebook sabréis que soy muy aficionada a formular ideas y opiniones al estilo «señoras que». Así que voy a intentar resumir esta primera semana en Londres (ya no son trece, ya sólo quedan doce) como si fuera una señora que tiene que actualizar su blog pero no acaba de encontrar el momento.
Soy una señora que ha revisitado Londres durante la primera semana como si en vez de estar tres meses aquí fuera a estar tres días. Hazte fan, sí.
Es más fácil adaptarse a una ciudad recorriéndola en compañía, con sol y con muchas risas, así que, en ese aspecto, todo un lujo. También te puedes hacer fan de mis rozaduras, porque soy una señora llena de heridas y tiritas. Pero aunque me queje y siga pagando los excesos, debo confesar que ha sido un lujo redescubrir Londres así.
Soy también una señora que habla poco. Hazte fan.
Mis conversaciones más largas, hasta ahora, han sido con los empleados del TESCO, el M&S y la Biblioteca de la Universidad, así que lo de mejorar el inglés, me temo, va más lento de lo que pensaba. Estoy aproximadamente al nivel de Zaragoza. Lo entiendo todo (o casi todo) pero al ir a hablar parezco idiota. Además, como la gente aquí es tan amable (y está tan acostumbrada a los turistas, imagino) reconocen que soy hispanohablante y me derivan, como me pasó el otro día en la biblio, al personal que habla o entiende español. Sí, ya sé que lo hacen para ayudarme, pero no es el mejor de los planes. Eso le expliqué en inglés al chico que me hablaba en español (todo era muy WTF, me temo) y me dijo, encantado, que podríamos practicar en cualquier otro momento. Le dije que sí, que thank you, y desaparecí, así que tengo que intentar coincidir con él en algún otro momento de biblioteca. Lugar que, por cierto, se merece un post aparte que prometo escribir cuando la tenga más estudiada. Sólo diré, como avance, que abre durante el periodo de exámenes (de Semana Santa a Junio) todos los días y a todas horas y que hay gente que va en pijama. Ah! Aquí tampoco paran de comer, así que constantemente se oyen ruidos de paquetitos y se huele a comida. Como cualquier calle de Londres, vamos.
Señoras que se han traído solo camisetas y vaqueros. Hazte fan (y subvenciona alguna compra)
Ayer asistí a mi primer «sarao» académico. Paseando la semana pasada por Russell Square descubrí el Warburg Institute. Allí me había mandado mi jefa ir, así que entré y recogí, como la buena chica que soy, todos los papeles, publicaciones, programaciones y demás que se ofertaban. Mirándolos con calma en casa comprobé que llegaba a tiempo de asistir a una conferencia de Carlo Ginzburg (sí, el de El Queso y los Gusanos) así que tras sudar tinta china para mandar un mail formal, reservar mi plaza y encontrar el sitio -era en una sede distinta- acudí. Fue un auténtico privilegio tener tan cerca a un historiador de los grandes, verle hablar y disertar sobre la verdad, los mitos, las religiones comparadas y hasta Borges en menos de una hora, y fue también un lujazo ver cómo los y las asistentes intervenían en el posterior coloquio. Pero lo más sorprendente es el modelo de «charla con recepción». Algo tan sencillo como servir unas bebidas en una sala anexa permite hacer «networking» (que dirían los modernos y la gente dospuntocero). Y en esa recepción informal de después descubrí varias cosas: una, que me he traído ropa poco adecuada, y que la gente va mucho más arreglada de lo que parece; dos, que hay historiadores jóvenes y guapos; y tres, que menos mal que hay gente buena y encantadora suelta por el mundo, como John, un investigador al que conocí ayer porque me vio tan perdida y tan solita que me invitó a unirme a su conversación, me contó un poco lo que hacía y me invitó a visitarle en el Warburg.
Querría seguir hablando de muchos otros temas, pero me está quedando un post eterno y os cansaréis de leer. Prometo sacar más rato para escribir nuevas cosas, palabrita (esto se lo digo sobre todo a mi madre, que ha descubierto el blog y ya me riñe por no actualizar).
También os pido, por último, que concentréis vuestros buenos pensamientos en Barcelona, donde sigue mi pá recuperándose como un campeón. Sé que le leen este blog, así que le tiene que llegar mi cariño, que es infinito, y un poquito del vuestro, vale? Mil gracias (por llegar, por leer y por los ánimos virtuales).
Os dejo, de premio, una foto preciosa tomada en Portobello , en uno de los paseos de «redescubrimiento» de Londres. Las felicitaciones al autor.